Leía hace poco que los malos líderes, cuando se acobardan o quieren tapar sus debilidades, en lugar de tomar decisiones valientes se dedican a buscar culpables. ¿Les suena? Una pista… la frase preferida del gobierno de ERC i En Comú Podem en Tarragona. “La culpa es de Ballesteros”. Ese mantra que sigue presente siete meses después cuando la legislatura está totalmente en marcha. Y mientras tanto la ciudad en caída libre en liderazgo y oportunidades, con un alcalde dubitativo y un gobierno débil incapaz de afrontar con solvencia los dos peores momentos de los últimos años, el accidente químico de IQOXE y la pérdida de la conexión ferroviaria de la estación urbana de Tarragona.
El accidente químico de IQOXE supone un antes y un después en nuestro territorio. Ha puesto en cuestión temas tan importantes como la seguridad industrial, la protección de la población y la gestión de las emergencias. Todo ello requerirá de un análisis en profundidad, alejado de oportunismos tácticos y con valentía para asumir responsabilidades individuales y colectivas que permitan actuar para garantizar la seguridad de los vecinos sin poner en jaque el futuro de un sector fundamental para el futuro de nuestras comarcas. Requiere, en definitiva, de un liderazgo que en el Palau municipal tarraconense brilla por su ausencia.
En los pasillos sigue sonando el mantra del “antiballesterismo” como excusa para todo, el lugar de gobernar con valentía y poniendo Tarragona como primera prioridad. De hecho, el alcalde Pau Ricomà nos dejó helados a todos en su primera intervención tras el accidente químico. Mucha gente lo confundió con el Delegat de la Generalitat. Costó 48 horas que dejase de justificar los errores de gestión de la emergencia. Lo hizo cuando vio que la evidencia era irrefutable y que la ola se le iba a llevar por delante. ¿Y que hizo entonces? Para tapar sus propias debilidades, inició la táctica habitual de buscar culpables y generó una cortina de humo cuestionando la anterior gestión municipal sobre la protección civil local, con medias verdades e interpretaciones interesadas. Todo para desviar la atención sobre el principal y único responsable en la materia, el Govern de la Generalitat.
Lo mismo ha pasado con los cambios en el ferrocarril, que afecta gravemente la estación urbana de Tarragona. En este tema ha habido errores históricos, el territorio (como la ciudad) es incapaz de ponerse de acuerdo en un proyecto común y eso pasa factura especialmente en temas de infraestructuras. En ese contexto, fue el alcalde socialista Josep Fèlix Ballesteros quien, en 2018, lideró el movimiento para poner de acuerdo a Tarragona, Reus, Vila-seca, Cambrils y Salou en un histórico (por inusual) pacto de alcaldes y vincular al Govern de la Generalitat para garantizar que ejerciera su responsabilidad, asegurar las conexiones en el interior del Camp de Tarragona y con Barcelona. Dos años después todo ha quedado en agua de borrajas, es decir, en nada.
Ya les digo, Tarragona en caída libre y sin paracaídas.